Las Familias.
Las
familias Chichiriviteñas por lo general eran numerosas, un promedio siempre
estaba entre los cinco a ocho hijos por parejas, sin embargo, existieron
familias que alcanzaban los 12 miembros. Es importante destacar que para la
época el nivel de estudios académicos en las familias eran escasos, la crianza
de los hijos se fundamentaban en las buenas costumbres y en valores que los
padres habían adquiridos de sus progenitores.
Muchos
cuentos se han oído de esa época en cuanto el respeto de los miembros de las
familias, se dice que cuando llegaba una visita al hogar por parte de un
pariente o un buen vecino, el uso de la camisa para cubrir el cuerpo era una
obligación, otro dato importante eran las conversaciones entre adultos y era
que con tan solo el padre o la madre mirar al hijo o hija, ya este o esta sabia
que debía de retirarse o no interrumpir la conversación.
Los
padres acostumbraban a los hijos a rezar el padre nuestro en las noches como
una manera de darle gracias al todopoderoso, como también pedir la bendición
untando ambas manos y sobre todo jamás faltarle el respeto a una persona mayor
o adulta.
Las
familias de la época eran por lo general muy unidas, por lo que el trabajo en
el hogar se compartía, correspondiéndoles mayor responsabilidad a los hijos o
hijas de mayor edad, mientas que las damas se encargaban de los oficios del
hogar, los caballeros tenían que asumir responsabilidades como el cortar leña,
acompañar al padre en otras labores dependiendo el oficio, pescar, albañilería
o atender el conuco durante el día.
Grandes
familias de la época, por ejemplo la familia
Arévalo Bracho, quienes según, Ramón Rivero (2007) arriban a Chichiriviche en
el año de 1.915, cuando en nuestro planeta recién estallaba la I Guerra
Mundial, y Venezuela, por su parte, se enrumbaba por el camino del comercio del
petróleo, recién explotado, a la vez que nuestra región oriental del estado Falcón
también se perfilaba como una esperanza en este aspecto por los yacimientos de
crudo que más tarde se explotarían en las vecinas poblaciones de El Mene y San
Lorenzo, y que como puerto marítimo para estas actividades, fuera escogido,
precisamente, Chichiriviche, que por la buena profundidad de sus aguas y el
buen abrigo a los vientos era el sitio ideal para estas actividades.
Don Francisco Arévalo, cabeza de familia, era hombre culto,
ostentaba entonces, el rango de Coronel del ejército, título obtenido en la
región del Táchira, en la pacificación del país, bajo el mando de su superior y
amigo Eustoquio Gómez. Doña Carmen Bracho de Arévalo fina dama solícita y
abnegada, muy católica, igual que su esposo, dada a hacer el bien y a cosechar,
por consiguiente, amistades. Ellos vendrían acompañados por sus dos hijos
varones Lino de Jesús y Pedro Emilio.
El Coronel(r) Arévalo, a quien desde su llegada a Chichiriviche se
le trató de “Don Pancho”, llega con la firme idea de establecerse acá, “cerca
de su terruño”, como él mismo decía, pues era natural del vecino Pueblo de
Cumarebo, al igual que su esposa y su hijo mayor Lino de Jesús, quien nació el
día 23 de septiembre de 1.911. Su otro hijo Pedro Emilio, había nacido en la
región andina durante la estadía del matrimonio allá.
Llegado a Chichiriviche, Don Pancho, compra una casa al lado de la
Iglesia Parroquial donde establece su domicilio, y donde funda, además, una
escuela para impartir enseñanza a jóvenes y niños; allí dejó sembrado entre sus
alumnos un mar de útiles y necesarios conocimientos. Luego instalará un modesto
almacén de víveres que se lo regenta su padre, también venido de su tierra de
origen, a quién nosotros con mucho respeto le decíamos el “Viejo Pancho”. Más
tarde, en las adyacencias de la población establece una granja para la cría del
ganado menor y frutos diversos. Allí Don Pancho iría frecuentemente a caballo a
dirigir las labores propias de su granja.
Bajo este ritmo de actividades se mantendrá Don Pancho hasta que
es nombrado Jefe Civil del Municipio, cargo este que ejerció en diferentes
ocasiones, pero sin abandonar nunca sus otras tareas de maestro y de productor.
El matrimonio, al participar en la vida con los pobladores, se
hace acreedor a muchísimas amistades…muchísimos compadres, y por consiguiente,
muchísimos ahijados. Por su religiosidad, Don Pancho asume ser el mayordomo de
la iglesia Parroquial. Él es quien coordina toda la actividad eclesiástica de
la comarca y como ejecutante de Órgano que es, acompañará los actos religiosos
solemnes actuando él mismo como monaguillo y corista y alternando o
compartiendo con los conocidos cantores que acudían entonces a estas
celebraciones, los señores Cova y Ponte quienes residían en Tucacas y se
invitaban oportunamente para estos actos.
Por todas estas cosas hermosas que referimos aquí donde la familia
Arévalo Bracho compartió con nosotros estos gratos momentos y la
responsabilidad de que a su hijo el doctor Lino Arévalo Bracho demostró,
reclamamos que el nuevo hospital de la Costa Oriental del Estado Falcón,
llevara su nombre en justo reconocimiento a su noble labor aquí desplegada.
Muchos apellidos se fueron fusionando entre si, originando la
conformación de familias, entre estos apellidos estaban, los Arévalo, Peña,
Vadell, Montañez, Rivero, Jurado, Romero, Rodríguez, Carrasquero, Guevara,
García, Vásquez, Carreyo, Wellman, Rojas, Ampiez, Velásquez, Soto, Weffer,
González, Ortega, Piñero, Jiménez, Velarde, Díaz, Gómez, Lovera, Baptista,
Puyosa, Colman, Cohen, Riera, Bracho, Zavala, Viloria, Hernández, Guanipa,
Álvarez, Alvarado, Castillo, Martínez, Cortez, Pardo, Platt, Escobar, Leonardez, Quero, Quevedo,
Yánez, Bremo, Serrano, Bocoult, Manzanilla, Marín, Colina, Rivas, Gentil, entre
otros…
Posteriormente o al tiempo, se fueron anexando
apellidos extranjeros como: Abed, Damasa, El Hamra, Fois, Guliota, Suescun,
Gioeni, Canaán, entre otros…
De
acuerdo a Julio Vásquez Carreyo ex prefecto de Chichiriviche, algunas de las
familias pudientes de la época eran los Rivero, Peña y los Jurados, familias
muy respetadas en el pueblo.
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